martes, 12 de octubre 2010
Juarez
Escrito por AngieEl domingo era el primer día de un torneo de fútbol que estoy coordinando con un señor de la aérea. Nuestro primer partido empezó con ¨Barcelona¨ contra las ¨Damas J.O.¨ Era un partido fantástico y todos nos divertimos. Soy la árbitra para los partidos y nunca pensaba que iban a tomarlo tan serio. No es solo un partido aquí. Les importa.
Nuestro primer partido concluyó con Barcelona vencedor 3-2. Al empezar el segundo partido entre ¨Ciudad Manchester¨ y Argentina, ¨ todos estábamos de buen humor. A unos 10 minutos en el partido, oímos disparos a una cercana proximidad. Los disparos se ubicaban en la calle adyacente al campo de fútbol donde jugábamos.
Durante los disparos, a mí me parecía que todo se desaceleraba, pero todo corría tan rápido. La gente corría tratando de zafarse con los niños, gente gritando y chillando, alejándose conduciendo. El partido de fútbol se paró completamente y todos los niños corrieron al rincón del campo de donde se podía ver la situación desarrollándose. El señor, su esposa, y yo llamábamos a los niños ¡Vénganse! ¡Vénganse! El señor por fin se dirigió al rincón y físicamente volvió a los niños.
En nuestra primera llegada al Centro, preguntamos ¨ ¿Qué debemos hacer si vemos u oímos algo pasando? Su respuesta era muy sencilla: ¨Den la espalda o les van a matar a Uds. también. Les matarán aún por mirar.¨ Ese domingo, una señora nos acercó y dijo algo al señor con quien trabajo yo, y él vino para decir a su esposa y a mí de sentarnos contra una pared. No estoy segura de lo que la señora le había dicho, pero era claro que estábamos en peligro.
Mientras gritábamos a los niños, por casualidad recibí nuestra llamada de seguridad de parte del Equipo Pro Paz Michigan. Obviamente no era buena hora y le pedí que llamara más al rato. Aquella llamada terminó mis últimos minutos telefónicos y ahora no solo se me encontraba en una situación no planeada e insegura, sino que tampoco tenía ninguna manera de llamar a Nina quien no me acompañaba. Tengo que admitir que me sentía mucho mejor por estar con el señor y su esposa. Después de pasar unos cinco minutos, los padres llegaron para llevar a sus hijos a casa. La gente todavía corría y gritaba.
Supimos que un hombre había venido para matar a otro hombre. Éste caminaba con su esposa y su hijo. Cuando vio que vinieron por él, se huyó y su esposa se quedó con el hijo. El hombre le dio seis balazos a ella en vez de a él, dejando al niño sin herido físico. Después, cuando llegó a ser más seguro, salí con mi equipo de afinidad en un carro y me dejaron a casa.

La violencia aquí es verdadísima, pero la gente que se queda aquí para lucharla también es verdadera. El temor paraliza a la humanidad. Aquella mujer fue asesinada, por razones desconocidas, pero ninguna razón puede justificar quitar la vida de nadie.
Tradacido por Sandra